Sunday, November 18, 2007

Amanda

Un Pie. Un pie y una mano. Un pie. Y vuelve a ser parte de la masa antes amorfa, ahora persona. Antes bulto, ahora pie otra vez. Y se mueve, de a poco despierta, tal vez con un fa o con un re. Decide destaparse y se muestra entera. Y ahí donde antes no había nada está Amanda, entera, aunque si quiere puede volver a ser un pie. Y al ritmo de la pava se levanta, y mira pero no ve. 
Y no lo esperábamos, pero ya empezó. Y ella es ella y es otras y es 
mil, es bestia y es nada, asusta y hiere. Juega con su presa, 
demuestra que si quiere que  suene, suena, y si la idea es que salte, vuela. Puede patearla o sostenerla con su pie, boca o manos. Ataca piadosamente. Y aunque el cuerpo es de mujer uno no termina de entender con qué se está enfrentando. De a momentos terrible, imponiendo su paz y su belleza, infinita belleza en cada uno de los movimientos de los
dedos de ese pie. Aunque parezca perder la cordura, en el fino de su tobillo uno quizá puede entrever algo que en una de esas no está, pero bien puede ser ella. Pero es obvio que ella, como ella, no importa, al menos en este momento, si ni ella es Amanda. 
Pero hasta el clima la sigue, y ella sabe moverse con facilidad en cual sea, siendo pie y Amanda y ella. Y el pelo tapándole la cara parece metafórico, pero ya ni los razgos se ven con claridad. Al menos que ella quiera, claro, y se descrubra, enorme, infinita y pie.
Y Amanda, afuera ya es Amanda.