Monday, July 23, 2007

Historias de amor de colectivo

Levantando la vista del libro que tan ávidamente estaba deglutiendo, la ve. Habrá elegido pararse ahí mismo, o fue meramente una casualidad? Siempre piensa él esas cosas, la mayoría de las veces de manera infundada. El libro se termina abruptamente, ya no hay distracciones. Gira un poco para volver a verla, para que ella vea que gira un poco para volver a verla. Las miradas se cruzan, quizás por primera vez.                                                        
Le hubiese gustado seguir teniendo algo que leer, porque ya estaba sintiendo ese dolor que le nace ahí donde le nace ese dolor siempre. Se vuelve, y mira el asiento que tiene en frente. Se acuerda de los ojos brillantes, el pelo corto de a momentos y la campera que probablemente guarda una figura delgada y frágil.
El movimiento de la gente la lleva hacia atrás, ahora hay una señora de barriga prominente parada al lado de él. La rotación necesaria para verla se hace cada vez más pronunciada y pesada para el alma.
En esta ocasión, no piensa en alguna frase para introducirse y de repente hasta empezar conversación. No piensa en nada de las cosas que se le ocurrían de manera idiota en la mayoría de los casos.  Se le ocurrirían más tarde, cuando ya se haya bajado y esté caminando hacia su casa, con mucho más peso que el del instrumento que lleva colgado de los hombros, como solía pasarle. Se imagina muchas cosas, casi al pasar. Al pasar nomás.
Se para, su bajada ya se acerca. Sabe que si mira para atras la vería de vuelta, y ella la vería a él, y sabe que ambos quieren eso, esta vez lo sabe. Sabe que si se acerca hacia la puerta de bajada, la más lejana, le pasaría al lado.
Se acerca al conductor y pide parada. Ya abajo, se da vuelta y trata de ver a través del vidrio polarizado, mientras el vehículo se aleja, y él también, con un sentimiento ya muy familiar.

8 comments:

Puntitos said...

relato de la vida cotidiana...pedazo de pensamiento. penetraste en mi mente,durante un viaje en colectivo, y te llevaste una historia, que salvando la diferencia de sexo, o cambiando la perspectiva o hasta al protagonista, es el relato que nunca conte, y que me encanto haber leido...

me complique, y pude haber dejado un simple "que lindo"...


saludos

Anonymous said...

Oh... cuántas veces me pasó...

Gracias por pasarte por Oyom, amigo Guifo. Un abrazo.

Otom - Juab

oyomepongoloco! said...

Eh! Somos dos los oyomes que andamos por acá!

Me sucedió mucho mucho en la biblioteca eso! Es verdad... (la chica que está al frente de uno sospechará toooodo lo que uno maquina para poder hablarle?)

Un abrazo viejo!

Oyom - Leandro

~Tula! · said...

Ja! el otro dia yo me crucé en el bondi con un chico que me gustaba hace, dejame pensar...cinco años aprox. Lo tenía ahi al ladito nomas. En un momento pensé, sentí por todos lados ese sentimiento que te dice "ahora me habla y me muero". Al final no me habló.
Ojalá me lo cruce de nuevo a ver que pasa, capaz que nada. Otra vez.
Saluets don Guido!
-Sole!-

Diseño y Planificación Comunicacional said...

Realmente te felicito por este escrito...

sole (...) said...

jaja

suele sucederrrr...y bastante seguido.

besosss

Penelope said...

Querido Guido. Voy a aplaudir su texto no por la calidad literaria (esta vez), sino por contenido. Me alegró el día leer un relato que transcurre en un colectivo, pues soy ferviente aliada de los colectivos. Me encantan.
Hay algo del espacio compartido de este transporte que me copa. No se del todo que es.
En algún momento de mi vida escribí una pequeña reflexión de por qué me gusta viajar en colectif.
Voy a ver si la encuentro.


Esccribió sobre algo que viven millones diariamente. ¿Por qué carajo, (digo yo, no?) todas estas historias terminan igual!?
Hombres: cojones loco. Si les tirásemos más pistas sería como pan pa pajarito.

Salutes!

Sole D. said...

Encontré el blog, buscando en google justamente eso... historias de amor en el colectivo. La entrada es bastante vieja, pero nada, calmaste mis ganas de leer exactamente "eso".